lunes, 11 de noviembre de 2013

Un susurro apacible y delicado

En su libro, Focus on the Family, Rolf Zettersten escribio sobre su buen amigo Edwin, que compro un nuevo auto. El nuevo auto tenía muchos extras; uno de ellos era un grabación de una suave voz femenina que con amabilidad le recordaba si no se había abrochado el cinturón de seguridad o si andaba con poca gasolina. En consecuencia, Edwin apodó a la voz "la mujercita". 

En uno de los muchos viajes por carretera, "la muejercita" comenzó a informarle que necesitaba parar y llenar el tanque de gasolina. "Su nivel de gasolina está bajo", le susurraba con suave voz. Edwin asintió con la cabeza a sabiendas y se loo agradeció con una sonrisa. Sin embargo, decidió que tenia gasolina suficiente para seguir al menos otros ochenta kilómetros, así que siguió conduciendo. 

El problema fue que, en solo unos minutos, la mujercita advirtió de nuevo, y una vez más, y otra hasta que Edwin estuvo a punto de gritar. Aun cuando sabía, desde luego, que la grabación era una simple repetición, en realidad parecía que "la mujercita" hablaba cada vez con mas insistencia. 

Al final, no pudo aguantarlo más. Se situó a un lado de la carretera, y después de un rápida búsqueda de los cables apropiados debajo del salpicadero, les dio un buen jalón. Basta ya con la mujercita, pensó. Aún se sentía muy engreído por haber tenido la última palabra cuando su auto comenzó a fallar y dar tirones. ¡Se había quedado sin gasolina! En alguna parte del salpicadero, tenia casi la certeza que escuchaba la risa de una mujer. 

Nuestro fabricante, Dios, nos ha dado una voz de advertencia instalada de fábrica. Se le llama conciencia. Algunas veces quizá pensemos que es una molestia, demasiado insistente, o solo una evidente ofensa. Sin embargo, la mayoría de nosotros aprenderá tarde o temprano que a menudo trata de decirnos con exactitud lo que necesitamos saber. 

Pero la conciencia debe de tener la dirección correcta y la norma correcta para guiar. 

Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Hechos 24 :16 

Si no se hace el esfuerzo la conciencia puede funcionar mal. Recuerda que, hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. 
Tenemos: 
- Una mente para pensar. 
- Un corazón para sentir. 
- Una voluntad para decidir.  

Ya sea que te diga que te detengas a poner gasolina o que te advierta que no te desvíes de la carretera principal, tu conciencia sabe justo lo que es bueno. Siguela hoy, y comprueba si no experimentas más paz en cada decisión que tomes. 

Aunque la conciencia no m remuerde, no por eso quedo absuelto; el que me juzga es el Señor. 1 corintios 4:4

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